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El Japón del año 1976 (página 2)



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Los juicios deben ser públicos, y las sentencias deben dictarse públicamente, a menos que un tribunal determine por unanimidad que la publicidad es peligrosa para el orden público o la moral. Sin embargo, los procesos por delitos políticos, delitos que impliquen a la prensa, o casos relacionados con los derechos del pueblo según los garantiza la Constitución, deberán siempre efectuarse públicamente.

Relaciones exteriores

El objetivo primordial de la diplomacia japonesa es contribuir a la paz y estabilidad mundial y asimismo al progreso en armonía de toda la comunidad internacional, fomentando aún más la cooperación y el diálogo entre las naciones del mundo.

El Japón dirige su política exterior con el paso decidido de una nación estable, consagrada a la paz en virtud de su Constitución pacífica, eludiendo las relaciones hostiles con cualquier país, y manteniendo, por el contrario, una diplomacia a gran escala a través del diálogo con las demás naciones desde un punto de vista global, sin tener en cuenta las diferencias en los sistemas políticos y sociales o en las posiciones internacionales.

Esta línea básica de la política exterior de Japón se ha seguido sin perjuicio de las relaciones de amistad y cooperación con las democracias occidentales, fundamentalmente con los países de América del Norte, Europa Occidental y Oceanía, que comparten con Japón los mismos ideales, como asimismo sistemas sociales y económicos semejantes. En particular, la íntima y duradera relación del Japón con los Estados Unidos constituye la clave de su política exterior.

Japón también considera importante el mantener y fomentar aún más sus tradiciones, relaciones de amistad con sus vecinos asiáticos, especialmente con los países de Asia Oriental.

Diplomacia para la Paz

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Japón tuvo un nuevo comienzo como nación democrática amante de la paz. El pueblo japonés, que experimentó la honda desgracia de la guerra, especialmente el bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, desea fervientemente una paz duradera.

La Constitución de 1946 declara que el pueblo japonés, que "renuncia para siempre a la guerra como medio para dirimir disputas internacionales," aspira a lograr una paz mundial perdurable y está decidido a esforzarse por alcanzar ese objetivo.

Este ideal del pueblo japonés está expresado en la diplomacia por la paz de la nación, que reconoce como una realidad la extrema vulnerabilidad de Japón desde el punto de vista de la seguridad, y que consiste en una pequeña y angosta faja de terreno densamente poblada. Además, debido a que Japón es una isla que carece de recursos naturales y que depende del comercio para su existencia, cualquier disputa internacional, aun si se produce en un remoto confín del mundo, podría afectar adversamente su paz y su prosperidad.

Japón entiende que esta diplomacia de la paz mediante el diálogo y la cooperación internacional le lleva al logro de su propia seguridad y al perfeccionamiento del bienestar de su pueblo.

Habiendo adquirido la política exterior japonesa unas dimensiones globales, el país ha seguido esta línea de diplomacia de la paz promoviendo múltiples relaciones bilaterales con otras naciones y también mediante un vasto campo de esfuerzos multilaterales, especialmente a través de las Naciones Unidas y otras organizaciones multilaterales.

Japón ha desempeñado el papel que corresponde a su posición en el concierto internacional, apoyando la cooperación multilateral y contribuyendo a ella para lograr la paz entre las naciones, particularmente en cuestiones como resolver disputas, el desarme y la no proliferación nuclear.

Las Naciones Unidas y el Desarme

Desde su ingreso en las Naciones Unidas en 1956, el Japón ha colaborado en la mayor medida posible, en diferentes actividades del organismo mundial, como asimismo de todas sus Agencias especializadas. A partir de 1958 ha sido elegido miembro no permanente del Consejo de Seguridad en cuatro ocasiones. La última de ellas, para el período 1975-76. También en 1975 fue designado cinco veces para ocupar un escaño en el Consejo Económico y Social.

Desde que fue admitido en la Conferencia de Desarme de Ginebra, en 1969, el Japón ha cooperado a la elaboración de medidas encaminadas al desarme, tales como la proscripción de experimentos subterráneos de armas nucleares, la prohibición de emplazar armas de destrucción de masas en el fondo del mar, e igualmente la proscripción de las armas químicas y biológicas. En 1970, Japón firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear. A finales de 1975 se sometió a las deliberaciones de la Dieta la aprobación de la ratificación del Tratado.

Relaciones con los Estados Unidos

El Japón y los Estados Unidos mantienen estrechas relaciones que cubren casi todos los aspectos de la vida nacional de ambos países, y están acordes en reconocer la vital importancia que tiene el mantenimiento de estos estrechos lazos de amistosa cooperación. Esta firme relación con los Estados Unidos constituye la base de la diplomacia abierta y multilateral de la nación. Los dos países se benefician mutuamente de unas estrechas relaciones económicas, siendo así que el volumen de operaciones comerciales en ambos sentidos sobrepasó los 20 mil millones de dólares en 1974. Además, las dos naciones comparten la idea de una ferviente entrega a los valores e instituciones democráticas, y ambos gobiernos consagran sus esfuerzos de cooperación multilateral para fortalecer la paz mundial, promover la estabilidad y el desarrollo económico y social en todo el mundo.

El Japón, aun cuando se esfuerza por fortalecer su capacidad de autodefensa dentro de los límites constitucionales, ha venido siguiendo la política de completar su esfuerzo defensivo mediante un sistema de seguridad mutua con los Estados Unidos, según los términos del Tratado de Seguridad y Cooperación Mutua entre los países.

En septiembre de 1952 el Japón concertó el Tratado de Seguridad con los Estados Unidos para garantizar su seguridad en ausencia de una propia potencia defensiva. Posteriormente, en enero de 1960, el Japón firmó el actual Tratado de Seguridad y Cooperación Mutua con los Estados Unidos, después de revisar el citado pacto de seguridad, con el fin de ajustarlo mejor a la situación en el Japón.

Esta fórmula, que ha contribuido no solamente a la seguridad del Japón sino también al mantenimiento de la paz en el lejano Oriente, se mantiene firmemente como base de la política de seguridad de la nación.

Relaciones con la Unión Soviética

En octubre de1956, el Japón y la Unión Soviética firmaron una Declaración Conjunta con la que se dio por terminado el estado de guerra entre los dos países y se reanudaron las relaciones diplomáticas.

A partir de entonces, en forma gradual pero constante, se han ido desarrollando relaciones amistosas entre los dos países en diversos campos, tales como el comercio, la aviación y el intercambio cultural.

Estas relaciones se amplían año tras año. Sin embargo aún no se ha concluido ningún tratado de paz entre las dos naciones debido a que siguen sin resolverse los problemas territoriales.

(La cuestión de los territorios del Norte implica la devolución a Japón de cuatro islas en el extremo nororiental de Hokkaido – Habomais, Shikotan, Kunashiri y Etorofu– que han estado ocupadas por la Unión Soviética desde final de la II Guerra Mundial).

Relaciones con China

Las relaciones entre Japón y China se normalizaron en Septiembre de 1972, con ocasión de la visita que realizaron a Pekín los entonces Primer Ministro y Ministro de Asuntos Exteriores a fin de reunirse con los dirigentes chinos. A partir de entonces, se ha efectuado el intercambio de embajadores y se han concluido los cuatro acuerdos estipulados en el Comunicado Conjunto Chino-japonés de septiembre de 1972 -comercio, aviación, navegación y pesca. Así pues, sobre la base de esta estructura, las relaciones con China progresan con paso firme. También continúan las negociaciones para la conclusión de un tratado de paz y amistad.

Relaciones con Otros Países Asiáticos

Japón es protagonista de una larga historia de intercambios con sus vecinos asiáticos, con los que mantiene estrechos vínculos económicos. Así es también una región íntimamente relacionada con la seguridad del país.

Las relaciones del Japón con la República de Corea se normalizaron en 1965. Han sido ampliadas sustancialmente en la última década, a medida que se fueron superando los diferentes obstáculos planteados. Se espera que las relaciones de buena vecindad, amistad y cooperación continúen progresando gracias a los sostenidos esfuerzos que ambas partes han puesto de manifiesto.

Las naciones del ASEAN intensifican el espíritu de auto-ayuda y el sentido de solidaridad regional, a la vez que trabajan por incrementar sus respectivas potencias. El Japón se congratula de tales intercambio y trata de afianzar aún más sus relaciones de amistad y cooperación con las naciones del ASEAN, incluida Birmania, limítrofe con esta zona, de suerte que el Japón pueda contribuir a la paz y al progreso del bloque sudeste-asiático.

ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático).

Las relaciones diplomáticas entre Japón y la República Democrática de Vietnam fueron establecidas en 1973, y más tarde se abrieron embajadas en las capitales respectivas. A partir de la reunificación de las dos Vietnam, acaecida en 1976, Japón ha ido mejorando sus relaciones amistosas con el nuevo estado, la República Socialista de Vietnam. También en 1976 se establecieron relaciones diplomáticas con la República Democrática de Kampuchea (antigua Camboya). Japón intenta dar un firme impulso a sus relaciones con toda la Península de Indochina.

Con el fin de reforzar y fomentar esta atmósfera, Japón es, desde 1953, miembro de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia y el Pacífico (ESCAP; antes ECAFE). En 1966 Japón patrocinó la primera Conferencia Ministerial para el Desarrollo Económico del Sudeste Asiático, y en el mismo año contribuyó en forma destacada al establecimiento del Banco Desarrollo Asiático. Con referencia al mes de septiembre de 1975, Japón había suscrito al Banco un capital por un valor total de 603 millones de dólares. También ha contribuido sustancialmente a los tres Fondos Especiales del Banco.

Fomento del Intercambio Internacional

Desarrollo armónico de la economía mundial

Japón comprende que, para que pueda establecerse en todo el mundo una sociedad próspera y pacífica, es preciso un mayor grado de intercambio internacional de productos y capital, y de pensamientos e ideas.

Hasta ahora, Japón ha venido participando activamente en diversas organizaciones internacionales, con objeto de contribuir al desarrollo de una economía internacional libre y estable.

En 1955, Japón ingresó en el Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio (GATT) y en 1959 Tokio fue la sede de la Décima-quinta Asamblea General de la Organización. Posteriormente, en 1964, Japón llenó los requisitos del Artículo 8 del Fondo Monetario Internacional y se convirtió en miembro de pleno derecho de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). En 1964 se efectuaron en Japón reuniones anuales de las juntas de gobernadores tanto del Fondo Monetario Internacional como del Banco Mundial. Además, Japón participó activamente en las negociaciones de la llamada Ronda Kennedy, llevadas a cabo en Ginebra de 1964 a 1967, para la disminución mutua de las barreras arancelarias.

Del mismo modo, en la Conferencia de Ministros del GATT, que tuvo lugar en Tokio, en el año 1973, Japón cooperó de forma decisiva en el anteproyecto de la "Declaración de Tokio", adoptada para abrir nuevas rondas de negociaciones multilaterales con el fin de promover una ulterior liberalización del comercio mundial. Japón mantiene la firme creencia de que un sistema económico libre y abierto constituirá la base del verdadero desarrollo de la economía mundial.

El país ha adoptado una política de aligeramiento gradual de los controles a la importación; así, en Abril de 1970, alrededor del 94% del comercio japonés de importación se había visto favorecido por las medidas liberalizadoras. A partir de entonces, Japón ha proseguido sus esfuerzos con vista a la liberalización de las transacciones de capital y a la pronta supresión de las restricciones a la importación que continúan vigentes, con la convicción de que tales medidas no sólo servirán a sus intereses nacionales, sino que, además, facilitará al país el cumplimiento de sus responsabilidades como potencia industrial de primer orden en la comunidad mundial.

La economía internacional experimenta en la actualidad un cambio que tuvo su origen en el impacto del problema del petróleo. El Japón, cuya categoría de nación industrializada le obliga a depender profundamente de los países extranjeros en el suministro de importantes recursos, como asimismo de artículos alimenticios, reconoce plenamente la naturaleza interdependiente de las relaciones entre los distintos países.

A fin de contribuir al desarrollo armónico de la economía mundial en conjunto, así como también de alcanzar un crecimiento estable de su propia economía, el Japón ha dedicado activos esfuerzos a promover la cooperación con otros países mediante las relaciones bilaterales, y también a través de las Naciones Unidas, GATT, FMI, OCDE y de otros foros internacionales, prestando la debida atención a la necesidad de coordinar su economía nacional con la mundial.

Respecto al problema del petróleo y la energía, por ejemplo, Japón ha participado en la cooperación entre los países consumidores de petróleo en los últimos años., principalmente a través de la Agencia Internacional de la Energía. Japón considera que es también de suma importancia el seguir fomentando la cooperación y el diálogo con los países productores de petróleo, mediante sus relaciones multilaterales y bilaterales.

Problemas Norte-Sur

El Japón disfruta de un amplio intercambio con los países en vías de desarrollo y coopera en diferentes maneras a los esfuerzos de estos países por edificar una nación. El problema Norte-Sur representa una de las tareas más importantes con que se enfrenta el mundo actual y Japón es plenamente consciente de que la cooperación con las naciones en desarrollo es importante para el crecimiento armónico de la economía mundial y el fomento de una paz duradera.

El Japón, país sub-desarrollado hace más de cien años y que por tanto ha vivido la experiencia del desarrollo, está en una posición capaz de hacer una contribución al progreso económico y social de los países en desarrollo, siempre que se adapte a su capacidad.

A través de reuniones como la Conferencia de Cooperación Económica Internacional y las sucesivas sesiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo, el Japón ha buscado el contribuir a la promoción del diálogo y la cooperación entre el Norte y el Sur.

Durante la década (1966-1976)´, Japón ha hecho todo lo posible por aumentar la cuantía total de su cooperación económica a gran escala, especialmente su ayuda oficial al desarrollo y ampliar la cooperación técnica con las naciones en desarrollo, teniendo presente la importancia del progreso agrícola y social.

Asimismo, Japón ha acometido positivamente el problema de reajustar sus balances comerciales con algunos de los países en desarrollo. En 1971, Japón, a la cabeza de otros países, puso en vigor el sistema general de aranceles preferenciales a beneficio de los países en desarrollo, contribuyendo con ello al incremento de sus exportaciones a Japón.

Intercambio Cultural

Para fomentar la amistad y el entendimiento mutuo con todos los países, Japón considera esencial una ampliación de su intercambio bilateral y multilateral en los terrenos de la cultura, como son las bellas artes, educación, arte dramático, ciencia y deportes.

Desde este punto de vista, Japón había firmado, a finales de 1975, acuerdos culturales con 22 países, Japón movido por un interés creciente en materia de intercambio cultural, en el que se incluyen visitas de dirigentes de este campo, creó la Fundación del Japón en 1972 con el fin de proporcionar un cauce efectivo para impulsar este tipo de intercambio a mayor escala.

Por tratarse de una nación que conserva un legado cultural único desde su antigüedad, el Japón ha alcanzado bien elevados niveles en los distintos dominios de la cultura moderna e intenta contribuir al enriquecimiento cultural de la comunidad de naciones a través de un mayor intercambio cultural en estos campos.

Problemas que atañen al Futuro de la Humanidad

El mundo actual se enfrenta con una serie de problemas principales que tienen que ver con el futuro de la humanidad, entre los que destacan las diferencias de ideología política, sistema económico y el grado de desarrollo económico.

Japón dedica todo su empeño al fomento de la cooperación internacional en todos los terrenos que comportan un esfuerzo científico y tecnológico, entre los cuales se citan la energía nuclear y los avances en materia espacial y oceanográfica, siempre sobre la base de la utilización pacífica de estos recursos.

Siendo un país con un alto grado de industrialización, el Japón está igualmente decidido a tomar parte, de una manera activa y creadora, en los esfuerzos internacionales por aliviar y suprimir los llamados problemas de la sociedad moderna, es decir, cuestiones de interés colectivo como son la destrucción ambiental y el congestionamiento urbano.

Cooperación Económica

El programa de cooperación económica con las naciones sub-desarrolladas del mundo ha seguido un ritmo de constante expansión a través de los años y Japón lleva a cabo sinceros esfuerzos para ampliar aún más y fomentar sus contribuciones al crecimiento económico de los países en vías de desarrollo.

En 1973, por ejemplo, el volumen total de la cooperación económica concedida por Japón a los países en vías de desarrollo alcanzó los 5.844 millones de dólares, lo que significa que la cantidad se ha elevado casi seis veces sobre la cifra de los últimos cinco años. Esta cifra representa el 1,44 % del producto nacional bruto.

Este notable aumento en el volumen de la cooperación económica ha sido posible, desde luego, gracias al rápido crecimiento de la economía japonesa. Pero el país, al igual que muchos otros, se ha visto agobiado en los últimos tiempos por numerosas dificultades económicas internas, especialmente en el campo de la hacienda pública, como asimismo en las actividades industriales y comerciales.

Crecimiento de la Cooperación Económica del Japón con los Países en Desarrollo (1968 – 1974)

1968

1.049,5

1969

1.263,1

1970

1.823,9

1971

2.140,5

1972

2.725,4

1973

5.844,2

1974

2.962,3

Porcentaje de la Cooperación Económica del Japón respecto del PNB

(1968 – 1974)

1968

0,74 %

1969

0,75 %

1970

0,92 %

1971

0,95 %

1972

0,93 %

1973

1,44 %

1974

0,65 %

En 1974, la cooperación económica de Japón, o lo que es lo mismo, el flujo total de fondos a los países en vías de desarrollo, fue de 2.962 millones de dólares (cifra que señala los abonos líquidos).

Estos representaron el 0,65 por ciento del PNB, lo que significó un descenso considerable a partir del nivel de 1973. La notable disminución del volumen total en 1974 respecto año anterior fue debida en gran parte a la pronunciada caída en el flujo de fondos privados, especialmente en los créditos a la exportación y las inversiones directas, a la largo de dicho año. Ello refleja la debilitada situación económica tanto en el país como en el extranjero,

No obstante y a pesar de las desfavorables condiciones de los últimos años, Japón está dispuesto a ofrecer toda la cooperación posible a los esfuerzos que los países en desarrollo dedican para ayudarse a sí mismos.

En términos de volumen total de cooperación económica, Japón ocupó el cuarto lugar, en 1974, entre las naciones miembros del Comité de Asistencia al Desarrollo (DAC) de la OCDE, después de los Estados Unidos, Francia y la República Federal Alemana,

Del total de cooperación económica proveniente de los fondos públicos, fueron otorgados, en 1974, 1.126 millones de dólares en forma de asistencia oficial al desarrollo (ODA), cifra que se compara con 1.011 millones de dólares en 1973, lo que muestra un aumento del 11,4 %. La proporción de la ODA al producto nacional bruto fue del 0,25 %, la misma que en el año anterior.

Además, fueron concedidos 788,9 millones en forma de "otras salidas oficiales", incluyendo créditos a la exportación, financiación de la inversión directa y transacciones con agencias multilaterales en términos de mercado.

La cooperación económica proveniente de fondos privados ascendió a 1.047,2 millones de dólares en 1974. Consistió principalmente en créditos a la exportación, con un total de 148,7 millones de dólares y las inversiones directas, que alcanzaron la cifra de 874,8 millones de dólares. El flujo de fondos privados también abarcó otras formas de cooperación, tales como préstamos a organismos multilaterales y donaciones por entidades benéficas.

Con respecto a la distribución geográfica, el 46,3 % por ciento del total de la cooperación económica bilateral de Japón y el 86,7 por ciento de sus asistencia oficial al desarrollo, también bilateral, fueron destinados a las naciones asiáticas.

A parte de la asistencia bilateral, Japón coopera plenamente con foros multilaterales para programas de desarrollo por medio de contribuciones al Banco Asiático de Desarrollo, al Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (Banco Mundial) y a la Asociación Internacional de Desarrollo (IDA).

El papel desempeñado por Japón en el establecimiento del Banco Asiático de Desarrollo fue un importante acontecimiento dentro de su política de cooperación económica. Japón ratificó formalmente el acuerdo estableciendo dicho Banco en agosto de 1966, y hasta el mes de septiembre de 1975, el total de suscripciones de capital efectuadas por Japón era de 603 millones de dólares, cifra que equivale al 19 por ciento del capital total del Banco. Japón es uno de los dos más importantes suscriptores del Banco; el otro es Estados Unidos. Además de esto, Japón ha contribuido con un total de 326 millones de dólares a los tres Fondos especiales del Banco, denominados Fondo Especial para Fines diversos, Fondo para el Desarrollo de Asia y Fondo Especial de Asistencia Técnica,

La asistencia técnica es otro elemento importante en el programa de cooperación económica del Japón. Para ayudar a los países en vías de desarrollo con conocimientos técnicos y administrativos, a fin de desarrollar recursos humanos, incrementar la productividad, promover la investigación científica y elevar los niveles técnicos, Japón está proporcionando conocimientos y técnicas en agricultura, transporte y comunicaciones, industrias ligeras, salubridad, asistencia médica.

En el año fiscal de 1974 (finalizado en marzo de 1975) Japón envió a los países en vías de desarrollo 1.493 expertos, lo que hace un total de 10.550 expertos desde el año fiscal de 1954. Japón acepta también estudiantes extranjeros en muchos campos técnicos y científicos. En el mes de marzo de 1975 habían sido admitidos un total de 21.987 estudiantes, incluyendo 2.172 durante el año fiscal de 1974.

Por otra parte, Japón facilita gratuitamente equipo médico, medicinas y otros abastecimientos médicos a los países en vías de desarrollo para ayudar a combatir enfermedades consuntivas y a menudo fatales. En el año fiscal de 1975, estas donaciones sumaron un total de 1.484.000 dólares, otorgadas a 18 países.

Además de los expertos y bajo el Programa de Voluntarios de Japón para la Cooperación en Ultramar, Japón envía muchos jóvenes (629 en el año 1974) a trabajar en el campo y en las fábricas, en escuelas y clínicas junto con los jóvenes de los países en vías de desarrollo.

El Programa de Asistencia Técnica de Japón también incluye el establecimiento de centros de entrenamiento técnico y planes de desarrollo agrícola en el extranjero, a donde se envían expertos japoneses y asimismo equipos y suministros procedentes de Japón. En 1974 se encontraban funcionando 16 centros de entrenamiento y 18 plantas de desarrollo agrícola, proporcionando investigaciones y entrenamiento en campos tales como la agricultura, la pesca, las industrias en pequeña escala y las telecomunicaciones.

DEFENSA

El mantenimiento de la defensa nacional del Japón tiene como base dos elementos: las Fuerzas de Auto-Defensa y el Sistema de Seguridad Colectiva con los Estados Unidos. El sistema de seguridad se inició en 1951 con el "Tratado de Seguridad entre Japón y los Estados Unidos de Norteamérica", estipulado al firmarse el Tratado de Paz de San Francisco. El sistema actual se basa en los términos estipulados en el "Tratado de Seguridad y Cooperación Mutua entre Japón y los Estados Unidos de Norteamérica", estipulado en 1960 y que sustituye al pacto anterior. Este Tratado estipula, entre otras cosas, el estacionamiento de fuerzas militares norteamericanas en territorio japonés "con el propósito de contribuir a la seguridad del Japón y al mantenimiento de la paz internacional y de la seguridad en el Lejano Oriente".

En los primeros años del sistema de seguridad mutua, las fuerzas militares norteamericanas fueron factor principal en la defensa de la nación. Actualmente han llegado a desempeñar un papel suplementario a medida que las Fuerzas de Auto-Defensa han ido aumentando su capacidad defensiva.

Antes de 1950, Japón estaba totalmente desarmado y su seguridad, tanto interna como externa, dependía totalmente de las fuerzas de ocupación de las Potencias Aliadas, la mayor parte de las cuales correspondían a los Estados Unidos. El estallido de las hostilidades en Corea creó un grave vacío de seguridad en Japón cuando las fuerzas norteamericanas estacionadas en el país fueron enviadas al lugar del conflicto. A iniciativa de las potencias de ocupación, se decidió que los japoneses deberían asumir parte de la responsabilidad de su seguridad interna.

En conformidad con lo anterior, en julio de 1950, el Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas en Tokio ordenó al Gobierno Japonés que estableciera una Reserva Nacional de Policía de 75.000 hombres y que incrementara a 18.000 hombres el contingente de la Agencia de Seguridad Marítima, la cual equivale aproximadamente a una fuerza de guardacostas. Esto se convertirá en el embrión de lo que actualmente son las Fuerzas de Auto-Defensa.

Con el establecimiento del sistema de seguridad mutua con los Estados Unidos en 1951, aumentó constantemente la capacidad defensiva de Japón. La Reserva de Policía y la Agencia marítima de Defensa pasaron a ser, respectivamente, la Fuerza de Auto-Defensa Terrestre y la Fuerza de Auto-Defensa Marítima; y al mismo tiempo se creó la Fuerza de Auto-Defensa Aérea y la Agencia Japonesa de Defensa. En Julio de 1956 se organizó el Consejo Nacional de Defensa para que actuase como máximo asesor del Primer Ministro en cuestiones relacionadas con la Política de Defensa de la Nación.

Como resultado de sucesivos programas de capacitación, en julio de 1975 las Fuerzas de Auto-Defensa tenían un total de 265.963 hombres uniformados en sus tres servicios, distribuidos de la siguiente manera.

Estado Mayor Conjunto (Año 1976): Personal uniformado, 83.

Fuerzas de Auto-Defensa Terrestre (Año 1976): Personal uniformado, 180.000 y Personal de Reserva uniformado, 32.000. Las Fuerzas de Autodefensa Terrestre están formadas por cinco cuerpos del ejército con 13 divisiones. Cuentan también con 390 aviones y 170 plataformas para lanzamiento de misiles de las clases HAWK y SAM,

Fuerzas de Auto-Defensa Marítima (Año 1976): Personal uniformado, 41.388, con 150 barcos y 330 unidades diversas, que suman un total aproximado de 195.000 toneladas, 160 aviones anti-submarinos y 140 aviones de diferentes tipos.

Fuerzas de Auto-Defensa Aérea (Año 1976): Personal uniformado, 44.575. La Fuerza de Auto-Defensa Aérea tiene 970 aviones, incluyendo los tipos F-104J, F-86F y F-4EJ y 160 plataformas para el lanzamiento de proyectiles teledirigidos de los tipos NIKE y SAM, que son controlados por el sistema BADGE (Cinturón terrestre defensivo de la base aérea).

Bajo el cuarto Plan Quinquenal de Construcción de la Defensa (años fiscales de 1972 a 1976), las Fuerzas de Auto-Defensa han estado reforzando su capacidad defensiva, con mayor énfasis en el mejoramiento cualitativo de los equipos y el personal.

No obstante, los gastos de defensa con relativamente pequeños, en relación con el producto nacional bruto y con el total del presupuesto nacional. En el año fiscal de 1975, los gastos de defensa representaron el 0,84 % del PNB y el 6,23 % del Presupuesto total de la nación.

Tanto en sus acuerdos del tratado con los Estados Unidos como en sus propios preparativos de defensa, se han tenido presentes las limitaciones a que obliga la cláusula de renuncia a la guerra, estipulada por la Constitución. En 1959, la Corte Suprema determinó que la Constitución no presentaba impedimento alguno al ejercicio del derecho inherente de Japón a defenderse contra cualquier agresión. Corolario de esto es que tanto en su tratado como en sus propias disposiciones de defensa, los preparativos de Japón se limitan a medidas puramente defensivas.

El Tratado de Seguridad con los Estados Unidos declara expresamente que el mismo será instrumentado dentro de las limitaciones constitucionales establecidas por la cláusula de renuncia a la guerra.

Las Fuerzas de Auto-Defensa Aérea, por ejemplo, no dispone de bombarderos de largo alcance y la Fuerza de Auto-Defensa Marítima no tiene barcos de combate mayores que un destructor. Es también política básica el que las Fuerzas de Auto-Defensa no sean enviadas a ultramar.

Economía

ANTECEDENTES

El Japón es un pequeño país insular, con escasos recursos naturales y una población de más de 111 millones. No obstante estas condiciones restrictivas y a pesar de la devastación de su estructura industrial durante la Segunda Guerra Mundial, Japón ha conseguido no solamente reconstruir su economía, sino que además ha alcanzado un ritmo de crecimiento económico que ha situado a la nación en el tercer lugar mundial en términos de escala económica. Este proceso de rehabilitación y el crecimiento subsiguiente tienen su origen en numerosos factores que han servido para llevar a la economía a su estado actual. Este mismo proceso ha originado también diversos problemas a los que ahora debe enfrentarse la economía.

Crecimiento de Post-Guerra

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Japón había perdido todos sus territorios de ultramar mientras que su población sobrepasaba los 80 millones con la incorporación de aproximadamente seis millones de repatriados. El abastecimiento de alimentos descendió al nivel mínimo. Las instalaciones de producción habían sufrido fuertes daños y se perdió aproximadamente un tercio de la riqueza nacional acumulada desde la Era Meiji como resultado de la industrialización.

La recuperación se convirtió en la meta más urgente e inmediata y el pueblo dedicó todas sus energías a esta tarea. La asistencia de los Estados Unidos ayudó en forma substancial a que el pueblo iniciara su recuperación en los años inmediatos de la post-guerra. El suministro de alimentos norteamericanos impidió que el pueblo muriera de hambre y el Fondo Norteamericano de Compensación se convirtió en una importante fuente de fondos para las empresas japonesas durante el período de rehabilitación.

Los tenaces esfuerzos del pueblo, la asistencia norteamericana, aunados a un ambiente internacional relativamente favorable permitieron a la economía japonesa recuperarse con gran rapidez. Después de alcanzar su nivel anterior a la guerra en menos de 10 años, la economía continuó creciendo a ritmo acelerado, especialmente a finales de la década de los 50 y durante toda la de los 60.

Desde el comienzo de la Era Meiji hasta inmeditamente antes de la Segunda Guerra Mundial, la tasa anual media de crecimiento de producto nacional bruto (PNB) del Japón era aproximadamente del 4 al 5 por ciento en términos reales.

Después de la guerra, esta tasa llegó al 9,0 por ciento en los años 50, y al 11,2 por ciento en los 60. Es decir, la economía de Japón se expandió dos y tres veces más rápidamente que la de otras naciones industriales de importancia. El PNB estimativo de 1974 fue de 451.700 millones de dólares. Aunque esta cifra ocupe el segundo lugar en el mundo libre después de los Estados Unidos, equivale a menos que la quinta parte del PNB norteamericano para ese mismo año, en que alcanzó un total de 1.397.400 millones de dólares.

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La producción minera y manufacturera experimentó una espectacular recuperación. Después de haber descendido en 1946 al 27,6 por ciento del nivel anterior a la guerra (1934-36), fue elevándose constantemente hasta sobrepasar el nivel de la pre-guerra en 1951 y llegar a tres veces y media ese nivel en 1960. Durante la década de los setenta la producción casi se cuadruplicó, de modo que en la actualidad (1.976) Japón Figuera entre los primeros productores de artículos industriales importantes. Ocupa el primer lugar en la producción de barcos, receptores de radio y televisores, el segundo en automóviles y productos de caucho y el tercero en cemento, hierro y acero.

El comercio exterior de Japón registró también un crecimiento continuo y uniforme, dentro del marco del creciente comercio mundial basado en el principio del libre comercio. Durante la década 1964-1974, las exportaciones han aumentado a un ritmo anual medio de 12,3 por ciento. En 1974, el comercio exterior de Japón alcanzó un total de 55.536 millones de dólares y la participación en el total de las exportaciones mundiales (excluyendo a los países comunistas) subió del 5,1 por ciento en 1965 al 7,2 por ciento. Sin embargo, esto corresponde a solamente el 12,3 por ciento del PNB del Japón en 1974 y es aproximadamente la mitad de la tasa de Gran Bretaña o la República Federal de Alemania.

Las importaciones de la nación han seguido un esquema similar de continuo crecimiento. El volumen de las importaciones aumentó casi ocho veces la cifra correspondiente a 1965 que fue de 8.165 millones de dólares, alcanzando los 62.110 millones en 1974, lo que representó el 8,1 por ciento del total mundial de importaciones para ese año. Este aumento indica claramente la tremenda expansión del mercado doméstico para productos industriales y de consumo.

A partir de la segunda mitad de los años 50, el rápido crecimiento en importancia dentro de la estructura industrial de Japón de las industrias química y pesada se ha reflejado en el comercio exterior del país.

Este cambio dio también un mayor ímpetu a las exportaciones japonesas. A principios de los años cincuenta, aproximadamente la mitad del valor de exportación de Japón correspondía todavía a productos de la industria ligera. Sin embargo, para 1965, la proporción de los productos de las industrias química y pesada habían aumentado hasta el 61 por ciento del valor total de exportaciones, y en 1974 llegaron aproximadamente al 82 por ciento.

El cambio en la estructura del comercio de importación es también una pauta que indica cómo ha cambiado la economía. Ha disminuido la importancia de artículos tales como maquinaria y alimentos, principales importaciones en los primeros años de la post-guerra. En cambio, ahora alrededor del 63 por ciento del total de importaciones de Japón (según datos de 1974) corresponde a materias primas para uso industrial y combustibles minerales. En la actualidad, Japón es uno de los mayores importadores de materias primas del mundo.

La diferencia en la situación de la balanza de pagos de Japón refleja también los grandes cambios en la economía. Después de la guerra, durante años la balanza de pagos se caracterizó por un superávit en las transacciones de capital, que compensaba un déficit en la cuenta corriente. A medida que la economía iba fortaleciendo su posición competitiva en los mercados mundiales, la balanza comercial fue mejorando gradualmente. Al mismo tiempo, con el incremento en la salida de capital debido a créditos por pagos diferidos paralelo al crecimiento de las exportaciones de Japón, así como al rápido aumento de la ayuda exterior de la nación, se deterioró el balance de las transacciones de capital a largo plazo.

Como consecuencia, siendo 1965 el año decisivo, la situación de la balanza de pagos de Japón se inclinó hacia un superávit en la cuenta corriente compensando un déficit en las transacciones de capital a largo plazo.

Las reservas de divisas de Japón alcanzaron el nivel de los 2.000 millones en abril de 1961, pero se estancaron por debajo de ese punto durante largo tiempo. Sin embargo, sucesivos superávits en la balanza de pagos a partir de 1968, incrementaron los valores a 13.518 millones de dólares para finales del 1974.

Factores del Desarrollo

Diversos factores intervienen en el notable desarrollo de la economía japonesa en los años de la post-guerra. Como ya se ha señalado, la economía japonesa no sólo recuperó su nivel anterior a la guerra en menos de diez años, sino que además continuó creciendo a un ritmo aún más acelerado. Este ritmo fue posible principalmente debido a factores originados en condiciones inherentes a la propia estructura socio-económica de Japón. A continuación se señalan los más importantes:

Democratización

Después de la guerra se llevó a cabo una serie de medidas para democratizar los sistemas económico y social de la nación. Por ejemplo, la disolución de los "Zaibatsu" (enormes monopolios financieros); la promulgación de leyes laborales para fomentar la formación de sindicatos y establecer una moderna relación obrero-patronal; y la reforma agraria, que puso la propiedad de la tierra en manos de los antiguos agricultores aparceros. Esto dio por resultado una distribución más equitativa de la riqueza y suprimió los obstáculos para la libre competencia, estableciendo así un sistema económico que respeta la originalidad y el carácter emprendedor del sector privado. En esa forma, se sentaron las bases para la expansión del mercado interior y el rápido desarrollo de industrias altamente especializadas. Al mismo tiempo, se dio rienda suelta al espíritu emprendedor del pueblo, fuerza esencial en la reconstrucción económica.

Inversiones y Ahorros

Este espíritu encontró aplicación práctica en los ejecutivos relativamente jóvenes que se hicieron cargo de la dirección de las empresas después de la guerra. Estos jóvenes invirtieron activa y resueltamente en nuevos equipos para modernizar las instalaciones destruidas o anticuadas, así como para sobrevivir en un mercado interior altamente competitivo. Las instituciones bancarias respondieron a sus necesidades y proporcionaron los fondos necesarios. Al mismo tiempo, el pueblo continuó manteniendo su tradición del ahorro, dando como resultado el que la proporción de los ahorros personales fuera del 20 por ciento. A través de los bancos, estos ahorros fueron canalizados hacia las empresas privadas, lo que permitió destinar fuertes inversiones a las industrias japonesas sin tener que depender demasiado de préstamos del extranjero. Como consecuencia de esta modalidad de préstamos para inversión en equipos, la composición del capital de las empresas japonesas se caracteriza por la preponderancia del capital prestado. En la actualidad, el capital propio equivale, como término medio, a sólo el 15 por ciento del capital total. Incrementar la proporción del capital propio es ahora unas de las principales tareas para el futuro.

Innovación Tecnológica

En un esfuerzo por llenar el vacío tecnológico producido por la guerra, la industria decidió adoptar tecnología extranjera en gran escala, para luego lanzarse a desarrollar la suya propia. Esto originó no sólo una sofisticación de la estructura industrial de Japón por medio de la elevación de la productividad en aquellos sectores donde se adoptó tecnología extranjera, sino que además estimuló una mayor inversión en equipos, lo que proporcionó un importante impulso al rápido crecimiento de la economía, especialmente al final de la década de los 50 y durante toda la de los 60.

En este proceso, creció rápidamente en el panorama interior el intercambio tecnológico entre las grandes empresas y las pequeñas y medianas. Por otra parte, internacionalmente, Japón ha llegado gradualmente a exportar a otras naciones sus propios avances tecnológicos.

En el año fiscal de 1974, los pagos de "regalías" en concepto de tecnología importada alcanzaron los 718 millones de dólares, mientras que el valor total de la tecnología japonesa exportada fue de 113 millones de dólares. La proporción de exportaciones e importaciones fue de 0,157 que se compara con la cifra de Estados Unidos (10,0), Reino Unido (1,0) y República Federal Alemana (0,4).

En forma paralela a esta diversificación del intercambio tecnológico, en los últimos años se han intensificado los esfuerzos para ampliar las instalaciones de producción con el fin de buscar las ventajas de la gran escala, dentro del marco de la creciente escasez de mano de obra y del avance en la liberalización del comercio y el capital. La innovación tecnológica y las inversiones para ahorrar mano de obra y promover la automatización están progresando con gran rapidez. La investigación está alcanzando cada vez mayor impulso y las técnicas recientemente desarrolladas en un campo inducen y multiplican innovaciones tecnológicas en otros campos.

Mano de Obra

La disponibilidad de una enorme fuerza de trabajo instruida y disciplinada contribuyó inconmensurablemente a la reconstrucción de la economía y su crecimiento subsiguiente. Durante el rápido desarrollo económico de Japón después de la guerra, aumentó considerablemente la demanda de mano de obra, sobre todo en las industrias modernas. Al mismo tiempo, se incrementó la disponibilidad de nueva mano de obra con la expansión de la población en edad productiva y una mucha mayor movilidad. El intenso y generalizado aflujo de población agrícola hacia la industria fue un importante factor que contribuyó al aumento de la mano de obra en esos años.

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Sin embargo, en los últimos años se ha presentado una creciente escasez de mano de obra, especialmente entre los trabajadores jóvenes, como resultado del descenso en el índice de natalidad y del aumento en la proporción de egresados de escuelas secundarias que ingresan a las instituciones de enseñanza superior. Así es como gradualmente está disminuyendo la mano de obra.

Otros Factores

El ambiente internacional relativamente favorable que ha rodeado a Japón desde el final de la guerra permitió que creciera fácilmente su comercio exterior. Además, Japón ha podido obtener las materias primas necesarias de diversas partes del mundo y como la mayor parte de sus plantas industriales han sido construidas a lo largo de las regiones costeras, se han aprovechado los bajos costos de las materias primas importadas de todo el mundo.

Otro factor que también contribuyó al crecimiento económico de Japón en la post-guerra ha sido el bajo costo de la defensa, resultado de la situación especial en que quedó Japón después de la guerra.

Perspectiva y Problemas

Aunque el rápido crecimiento experimentado en el último cuarto de siglo dio a Japón un producto nacional bruto de 451.700 millones de dólares en 1974, segundo en el mundo libre, el ingreso nacional per cápita en 1974 fue sólo de 3.594, lo que coloca a Japón en el 17º o 18º lugar en el mundo libre, inferior a los niveles de las naciones industrializadas de Europa y América del Norte. Además, el rápido crecimiento de la economía japonesa ha dado origen a diversos desequilibrios: por ejemplo, un retraso relativo en la modernización de áreas tales como la agricultura y las empresas pequeñas y medianas; la constante tendencia alcista en los precios al consumidor; la escasez de fondos generales para obras de carácter social, como viviendas, carreteras y otras necesidades del medio ambiente; el aumento de los riesgos públicos; la aglomeración de las ciudades y la tendencia a la despoblación de las áreas rurales; la destrucción de la naturaleza y la intensificación de las tensiones sociales resultantes del progreso en la mecanización.

La aparición de estos desajustes en los años sesenta se ha complicado todavía más en la actualidad, debido a las modificaciones experimentadas tanto interior como exteriormente, situando la economía japonesa en una posición aún más compleja y difícil para la década de los 70.

El orden económico reinante en el mundo desde la terminación de la guerra, atraviesa hoy día cambios estructurales. El sistema monetario internacional ha pasado del tipo de cambio fijo al flotante y el denominado problema Norte-Sur ha cobrado nueva importancia en el concierto económico mundial.

De igual modo, con el impacto que supuso la crisis del petróleo a finales de 1973, la inflación de desató a escala global. Mientras se emprendía la lucha contra ésta, una oleada de recesión económica se extendió por todo el mundo.

Japón no fue una excepción y durante los últimos años ha tenido que hacer frente a un clima de severidad económica en el que coexisten la recesión y la inflación.

En estas circunstancias, Japón actualmente transforma su antigua política económica de rápida expansión, en otra nueva, que contempla un crecimiento lento pero estable de la economía nacional. Un nuevo problema que se le presenta ahora a Japón es ajustar esta economía a un ambiente en transformación tanto en el interior como en el extranjero.

Un factor importante en la transformación de la economía mundial es la creciente sincronización de los ciclos comerciales entre los más importantes países industrializados, como resultado de la liberalización del comercio, la supresión de barreras arancelarias, la liberalización de las transacciones de capital a largo plazo, etc. Ante la progresiva interdependencia económica entre las naciones, los problemas económicos con que Japón tiene que luchar, tales como la recesión, inflación, energía, recursos y alimentación, requieren soluciones a escala mundial.

Un segundo aspecto de las transformaciones habidas en las condiciones del crecimiento es la aparición de trabas artificiales o puramente físicas, al suministro de petróleo y otros recursos. Tales limitaciones impiden que Japón siga manteniendo una política de elevado ritmo de crecimiento, que en las dos últimas décadas han requerido un consumo de energía y materias primas cada vez mayor. Además, por ser uno de los principales importadores de recursos energéticos, el Japón influye sustancialmente sobre la oferta y demanda mundiales en materia de recursos; y un ritmo prolongado de crecimiento económico podría afectar negativamente, lo mismo a los países industrializados que a los que se hallan en vías de desarrollo, en forma repentinas y pronunciadas subidas de los precios para los recursos naturales en el mercado mundial.

El cambio que se ha producido en torno al suministro mundial de recursos energéticos, significa, en particular, que Japón debe reformar su política de consumo energético de modo que pueda rebajarse la energía consumida por unidad de producción. También puede plantearse para Japón la necesidad de esforzarse en aumentar la fracción de producción nacional.

Un tercer elemento es la acusada preocupación que siente el país por la conservación del medio ambiente y su influencia sobre el desarrollo industrial de la nación. Aparte de la nueva situación de la energía y los recursos, ciertos problemas creados por los movimientos de protección del medio ambiente, como la localización de plantas industriales, harán que se reduzca la tasa de crecimiento de la capacidad productiva de la nación.

Asimismo, y a la vista de la creciente demanda por la seguridad y la protección del medio ambiente, al país tendrá que revisar a fondo las medidas de seguridad de los actuales centros de producción, la calidad de los productos y la esencia misma del anterior progreso económico, de modo que se puedan atender mejor las diversas y cada vez más complejas necesidades de la sociedad, con el fin de mejorar la calidad de la vida en general.

En cuarto lugar, mientras permanezcan fluidas las condiciones de oferta y demanda de la alimentación mundial, deberá ser revisada la agricultura japonesa, de tal manera que se fortalezca su capacidad de abastecimiento, manteniendo y aumentando su propio suministro de alimentos, además de garantizar la estabilidad en las importaciones. Igualmente, extendiendo el enfoque al tema de la conservación de la tierra, debe entenderse que el sector agrícola ha de desempeñar un papel más diversificado en una economía nacional nueva y estable.

Nueva Estructura Económica.

Cabe esperar que se modifique la estructura de la economía japonesa, por la influencia de esta evolución y mediante una mayor especialización en el sector laboral a escala internacional.

En el pasado, el desarrollo industrial se ha caracterizado por un constante declive en la pujanza de las industrias de abundante mano de obra, tales como la textil y la de géneros diversos, frente a un notable crecimiento de las industrias de fuerte capital, como son la química, la siderúrgica y la de fabricación de maquinaria.

Las exportaciones japonesas han estado más orientadas hacia la industria pesada y gran parte del volumen total de las exportaciones han sido producido en centros industriales con altos índices de consumo de recursos y un débil carácter de especialización tecnológica.

Japón, dentro de sus limitaciones en la extensión del territorio y en los recursos minerales, tendrá que ampliar su producción de artículos de alta tecnología, en lugar de los que demanden consumo de recursos. Ya resulta cada vez más difícil para Japón el aumentar su producción de hierro y acero, pongamos por caso, a causa de las restricciones energéticas, como asimismo de las dificultades que plantea el medio ambiente; entretanto, se prevé que la maquinaria ocupará una gran parte de la producción industrial y de las exportaciones del Japón.

Por otro lado, la estructura de las importaciones ha ido cambiando hacia productos más relacionados con la mano de obra, si bien la importancia de tales productos en el total de las importaciones es todavía baja. Un nuevo desarrollo industrial en los países asiáticos vecinos estimularía tal cambio en las importaciones japonesas. Pero serían necesarias nuevas medidas para alinear las condiciones internas, con el fin de acelerar el proceso del cambio aún más en esta dirección.

Con vista a la futura ampliación de la capacidad nacional de abastecimiento de alimentos, la agricultura tendrá que incrementar su productividad y su tasa de beneficio. La diversificación en la agricultura, tanto en el cultivo de la tierra como en la cría de ganado, se considera una posible solución para un firme desarrollo futuro. El ensanchamiento del radio de acción mediante la cesión y arriendo de las tierras de labor también se estima conveniente para incrementar la productividad agrícola. Como la economía nacional se estabiliza dentro de un ritmo de crecimiento más lento, es de suponer que cambie la actual situación económica de las familias campesinas, en campos tales como dependencia de empleos eventuales para obtener ingresos supletorios, la transformación de las zonas agrícolas en industriales y el flujo masivo de mano de obra desde las áreas rurales a las ciudades fabriles.

El estilo de crecimiento, caracterizado por los altos índices de ahorro e inversión ha supuesto, hasta la fecha, una mayor demanda de bienes que de servicios. De cara al futuro, la probable modificación de la estructura económica, en la que se destinará una importante fracción de los recursos al consumo individual, vivienda, ocio y gasto público, se traducirá en una mayor provisión de servicios respecto a los años anteriores. Igualmente se espera que crezca la demanda de servicios por efecto de nuevos aumentos en el nivel de ingresos de los consumidores.

Recursos naturales

Agricultura

Durante el rápido crecimiento industrial de Japón en el período de post-guerra, el sector agrícola de la nación ha experimentado cambios enormes y trascendentales. El proceso continúa y se traduce en importantes mejoras que afectan al bienestar de la comunidad agrícola así como también a la totalidad de la economía nacional. Sin embargo, los cambios han creado al mismo tiempo nuevos problemas y dificultades que requieren constante estudio y atención.

En otro tiempo, uno de los rasgos más característicos de Japón era la enorme cantidad de agricultores en su población. En efecto, antes de la Segunda Guerra Mundial, del 50 al 60 por ciento del total de la población activa correspondía a la fuerza de trabajo agrícola. Aun después de la guerra, durante algún tiempo la proporción se mantuvo alrededor del 40 por ciento; pero a partir de la segunda mitad de la década del 50 tomó gran impulso el éxodo de la población rural hacia las zonas urbanas, como respuesta a la creciente demanda de mano de obra por parte del sector industrial en plena expansión.

La población agrícola total disminuyó de 37 millones en 1955 a 23,8 millones en 1974, lo que representaba el 21,6 por ciento de la población total. La proporción de la fuerza de trabajo agrícola en el total de la población activa de Japón disminuyó también del 23 por ciento en 1963 a 19,4 por ciento en 1966, quedando por primera vez por debajo del 20 por ciento y en 1974 volvió a bajar al 11,7 por ciento, o sea 6,1 millones.

Además, está disminuyendo la fuerza de trabajo básica, especialmente el número de hombres agricultores y se ha producido un descenso drástico en el grupo de los 20 a los 39 años de edad.

Debido a la topografía montañosa del país, el terreno cultivable es extremadamente limitado. Solamente el 15,1 por ciento del área total, o sea 5,6 millones de hectáreas, son terrenos agrícolas, de los cuales los arrozales ocupan un 57,1 por ciento.

Las parcelas son cultivadas intensamente y se siembra cada centímetro de tierra disponible. Está muy generalizado el cultivo en terraza para poder utilizar colinas y hasta pequeñas montañas. Las pequeñas dimensiones de las granjas japonesas habían dificultado la utilización de tractores y otras máquinas agrícolas de gran tamaño, excepto en Hokkaido donde el terreno cultivable es más extenso.

Sin embargo, el rápido desarrollo de los utensilios agrícolas mecanizados ha ayudado a superar esta dificultad y en la actualidad (1976), casi el 74 por ciento de las familias campesinas utilizan tractores y cultivadores mecánicos y casi todos los arrozales se cultivan por procedimientos mecánicos, empleando diversas máquinas agrícolas.

La tasa anual de incremento del rendimiento del arroz por hectárea ha sido, en promedio, del 1,0 por ciento en los últimos años (entre 1968 y 1974); y en los dos últimos años, el rendimiento medio por hectárea fue de 4,6 toneladas.

En contraste con la rápida reducción de la población agrícola, el número de familias campesinas disminuyó sólo levemente en 5,99 millones en 1960 a 5,03 millones en 1974. Sólo el 12,5 por ciento de estas familias dependía totalmente de la agricultura para su subsistencia, mientras que en el 24,3 por ciento de ellas había miembros que desempeñaban trabajos parciales en industrias de transformación o de servicio y el 63,2 por ciento dependían primordialmente de industrias no agrícolas. La proporción del ingreso agrícola respecto de ingreso total de las familias campesinas disminuyó del 55 por ciento en 1960 al 27,1 por ciento en 1974.

Como resultado de lo anterior, la proporción del ingreso agrícola total respecto al ingreso nacional bajó del 9,3 por ciento en 1960 al 4,5 por ciento en 1974. Pero el alza en el ingreso individual de los agricultores, aunada a un rápido mejoramiento de los niveles de vida, bien puede calificarse de sensacional en los últimos años.

El ingreso anual por familia campesina ya ha sobrepasado el nivel de ingreso de las familias urbanas de trabajadores asalariados. En 1974, la renta anual por familia campesina (2.945.900 yenes) fue superior en un 19,3 por ciento a la renta nacional media para familias de clase trabajadora (2.469.600 yens). El índice de ingreso por familia campesina fue, en términos nominales, de 277 en 1968 y de 719 en 1974, con la base de 1960 como 100.

Esta elevación del ingreso se atribuye en parte al Sistema de Control de Productos Alimenticios según el cual el Gobierno promete a los agricultores comprar todo el arroz en Japón a precios muy por encima del resto de los países.

Respecto a la extensión de las parcelas, el promedio de terreno cultivable era de 1,1 hectáreas en 1974, Disminuyó el número de granjas de extensión inferior a 1 hectárea, pero en 1974 seguían representado el 68 por ciento del total.

Al igual que en muchos otros países asiáticos, la producción de arroz ocupa la mayor parte de la agricultura. En 1974 correspondió al 36,3 por ciento de la producción agrícola total. El mejoramiento de los terrenos, las técnicas avanzadas, mejores cepas y el uso intensivo de fertilizantes químicos y diversos insecticidas han hecho que las granjas japonesas sean de las más productivas del mundo.

En los últimos años han sido tan abundantes las cosechas de arroz, que actualmente se considera normal un rendimiento de 14 millones de toneladas. La producción total de arroz alcanzó un récord de 14.453.000 toneladas en 1967 y 14.449.000 toneladas en 1968.

Por otra parte, cada día se diversifica más la demanda de alimentos de la nación. Uno de los cambios importantes ha sido el notable incremento en el consumo de productos pecuarios, azúcar, verduras, frutas, aceites y grasas con un descenso en el consumo de arroz. Como resultado, el consumo de arroz no ha subido más allá de los 12 millones de toneladas. Como ejemplo, esta situación produjo, sólo en 1968, un exceso de aproximadamente 2,4 millones de toneladas de arroz.

A partir de 1969, el Gobierno puso en marcha un programa para ajustar la producción de arroz al equilibrio entre la oferta y la demanda. En dicho programa fue incluida la conversión de los arrozales en terrenos destinados a otro tipo de productos. Desde entonces, la cosecha de arroz ha sido reducida al nivel aproximado de 12 millones de toneladas.

Desde este punto de vista, puede decirse que la sobreproducción de arroz ha llevado a la agricultura japonesa a una encrucijada decisiva, obligándola a acelerar un cambio a otra producción agrícola, así como también estimular la crianza de ganado y el cultivo frutal.

La falta de buenas tierras de pastoreo ha mantenido en una escala relativamente pequeña la crianza de ganado. Pero en 1974, la producción pecuaria ocupaba el 27 por ciento, o sea el segundo lugar. En ese año Japón tenía 1.752.000 cabezas de ganado vacuno, 1.898.000 cabezas de ganado bovino, 8.018.000 cerdos y alrededor de 250 millones de pollos.

Otro cambio registrado en el esquema agrícola en los últimos años es un muy substancial incremento en el cultivo de frutas y verduras, tales como mandarinas, lechugas y fresas. En realidad, Japón produce una enorme variedad de frutas, algunas de las cuales son exportadas en grandes cantidades.

El comercio de productos agrícolas, especialmente en lo que se refiere a importaciones, refleja el gran cambio experimentado en el consumo doméstico de los últimos años. Aunque Japón era 72 por ciento autosuficiente en sus necesidades agrícolas en 1974, la poderosa y siempre creciente demanda interior ha causado una alza correspondiente en las importaciones, las que aumentaron a un ritmo anual de 20,7 por ciento entre 1969 y 1974. En términos de valor, en 1974 las importaciones alcanzaron la suma de 9.009 millones de dólares y correspondieron al 14,5 por ciento del total de las importaciones de Japón. Los principales productos importados, fueron granos (maíz, sorgo), pescado (gambas congeladas, camarones, pescado fresco. etc.), cereales (trigo, maíz, etc.), carne (de vacuno, de ave, etc.), azúcar, semillas oleaginosas (principalmente fríjol de soya), algodón y lana.

Las exportaciones son relativamente insignificantes (sólo el 0,7 por ciento del total de exportaciones en 1974), lo que una vez más refleja el alza continua de la demanda doméstica.

Bosques

Los bosques cubren aproximadamente un 68% de la superficie del Japón, con un total de 25,7 millones de hectáreas. De esta cifra, el 58 por ciento es de posesión privada y el 42 por ciento pertenece al Gobierno y a las Corporaciones locales. A lo largo del archipiélago japonés, existen abundantes bosques naturales desde la zona sub-tropical hasta la sub-ártica. Estos bosques constituyen la fuente principal de donde el país obtiene materiales de construcción y gran parte de la pulpa para la producción de papel.

En los últimos años la creciente demanda de madera para la construcción y como materia prima para la fabricación de papel ha excedido constantemente a la producción doméstica, por lo que ahora se requieren importaciones substanciales. Las importaciones han ido aumentando notablemente de un valor de 493 millones de dólares en 1965 a 1.476 millones de dólares en 1970 y 3.683 en 1974. En lo que se refiere a la proporción de las importaciones respecto al consumo total, el porcentaje se ha elevado constantemente del 28,6 por ciento en 1965 al 55,0 por ciento en 1970, y al 64,6 por ciento en 1974. Como resultado, Japón se ha convertido en uno de los mayores compradores de madera del mundo y las importaciones de madera, incluyendo astillas de madera, figuran ahora en segundo lugar en el comercio de importación del país, después del petróleo crudo.

En 1974, las principales fuentes de importación, en términos de valor, fueron los Estados Unidos, Filipinas, Malasia, la Unión Soviética, Indonesia y Canadá.

El 37 por ciento del total de terrenos forestales representa zonas plantadas y reforestadas. La agencia de silvicultura, del Ministerio de Agricultura y Silvicultura, ha establecido planes a largo plazo para la preservación de los recursos forestales, tanto para las necesidades industriales como para el bienestar del pueblo. Por ejemplo, 77 localidades de Bosques Nacionales han sido designados "Bosques Naturales Recreativos".

El árbol más popular es el "Sugi" o cedro japonés, que crece en casi todas las regiones del país, excepto en Hokkaido. A continuación vienen el "Hinoki" o ciprés japonés y "Akamatsu" o pino colorado japonés.

Pesca

Los mares que rodean al Japón han sido siempre ricos en toda clase de productos marinos y desde la antigüedad, los japoneses han obtenido de esas fértiles áreas una gran parte de sus alimentos. En la actualidad, Japón es uno de los principales países pesqueros del mundo.

En 1974, el total de la pesca de Japón fue de 10.808.000 toneladas métricas, lo que representa el 16,2 por ciento de la pesca mundial total.

La industria puede dividirse en tres amplias categorías: pesca litoral, pesca de bajura y pesca pelágica o de altura.

La pesca litoral se efectúa ya sea en barcos de menos de 10 toneladas, con redes fijas o mediante la técnica de criaderos artificiales en aguas poco profundas, a lo que comúnmente se le da el nombre de "cultivo de peces". A pesar de que un gran número de personas se dedica a la pesca litoral (388.307 personas en 1973 o sea, el 76 por ciento de toda la industria) su producción equivale a sólo el 25,5 por ciento de su valor total. En consecuencia, la productividad de la pesca litoral es aproximadamente la cuarta parte de la de las grandes empresas pesqueras. Además, en los últimos tiempos han disminuido las áreas de pesca debido a la contaminación del agua, producida por los desechos de las fábricas instaladas a lo largo de las costas de la nación.

Hasta ahora, el cultivo de perlas, ostras, etc., se ha efectuado en aguas poco profundas. Ahora se sigue también el método de cultivo en mar poco profundo para criaderos de gallo, camarón, venera y besugo, cada vez es más frecuente encontrar estas especies en el mercado. Al rápido desarrollo de este programa de cultivo en aguas poco profundas, patrocinado por el Gobierno, se atribuye principalmente el alza en el valor total de la producción pesquera, que aumentó en un 91 por ciento aproximadamente entre 1968 y 1973.

La pesca de bajura es efectuada principalmente por empresas medianas con barcos de 10 a 100 toneladas.

En 1974, las capturas en estas categoría alcanzaron el 38,7 por ciento del total (excluyendo las capturas de ballenas), pero su valor representó tan sólo el 26,2 por ciento del valor global.

La pesca pelágica o de altura se lleva a cabo en grandes barcos pesqueros que operan en aguas distantes. En este grupo se obtuvo, durante el año 1974, alrededor del 29,2 por ciento del total capturado. La pesca de la rastra, principalmente en aguas frente al continente africano, la realizan barcos de 1.000 toneladas. Barcos de 200 a 500 toneladas se emplean en la pesca del atún en aguas ecuatoriales y sub-ecuatoriales de todo el mundo.

La pesca del salmón y del cangrejo en aguas del Pacífico Norte y la pesca de la ballena en el Océano Antártico y en el Pacífico Norte, la efectúan grandes flotas pesqueras con sus buques nodriza, que realmente son enormes plantas flotantes para la elaboración y enlatado del pescado.

En los últimos años, la industria pesquera japonesa ha ido orientando sus actividades hacia el cultivo de peces, el fortalecimiento de las medidas para combatir la contaminación y fomento de la cooperación internacional en este terreno.

En el concierto internacional, Japón ha firmado diversos acuerdos y tratados con otras naciones pesqueras para conservar los recursos marinos y ha participado también en exploraciones científicas conjuntas de las áreas pesqueras internacionales. En este aspecto internacional de la industria pesquera japonesa, un número creciente de países ha ampliado sus aguas territoriales o ha establecido zonas económicas exclusivas a lo largo de sus costas.

Estas gestiones internacionales a las actividades pesqueras se han ido intensificando año tras año.

Por ser una gran nación pesquera, Japón es consciente de la necesidad de preservar la vida marina y con este fin ha llevado a cabo diversas medidas para reglamentar las actividades de las principales empresas pesqueras, realizar incubación y cría artificial de peces y mariscos y también mantener e incrementar los recursos pesqueros.

Minería

Japón es pobre en recursos minerales y carece de la mayoría de los minerales necesarios para sostener una estructura industrial moderna, teniendo que importar materiales tan básicos como petróleo, mineral de hierro, carbón de coque y minerales no ferrosos como cobre, níquel, bauxita, etc. El principal recurso mineral de Japón es el carbón, cuyas reservas se estiman en 1.000 millones largos de toneladas. Sin embargo, en su mayor parte se trata de carbón de bajo grado bituminoso, por lo que no es adecuado para transformarlo en coque ni para otros fines especializados.

En 1974, la demanda total de carbón de coque fue de 71.301.000 toneladas, de las que se importó el 85,3 por ciento, especialmente de los Estados Unidos y Australia.

Se extraen también en amplia escala otros siete tipos de minerales, pero la mayor parte es en cantidades apenas suficientes para cubrir la demanda doméstica mínima. Estos minerales son: plomo, zinc, pirita, azufre, piedra caliza, feldespato y dolomita.

La producción doméstica de petróleo es tan reducida que Japón debe importar prácticamente todo el crudo que necesita.

En 1974, la demanda nacional de petróleo fue de 250.531.000 kilolitros, mientras que la producción nacional durante el mismo año alcanzó tan sólo los 785 kilolitros, o lo que es lo mismo, el 0,3 por ciento de la demanda total. Las principales fuentes de importación son Arabia Saudí, Irán, Indonesia, los Emiratos Árabes Unidos y Kuwait.

El hecho de que Japón deba depender de las importaciones para su abastecimiento de petróleo ha estimulado el interés por buscar y desarrollar fuentes en ultramar. En Octubre de 1967, el Desarrollo Petrolífero de Japón con el objeto de proporcionar garantía de capital a las empresas privadas que inicien exploraciones petrolíferas en el extranjero. En 1974, 30 compañías japonesas establecidas con este propósito estaban operando en 39 regiones del mundo, ya sea en operaciones conjuntas con capital extranjero mediante acuerdos de participación en la producción, ya mediante concesiones otorgadas por el país interesado.

Energía

Los más importantes recursos energéticos utilizados en Japón son el carbón, petróleo, agua (para consumo hidroeléctrico), y gas natural.

El carbón, es el principal combustible mineral de origen doméstico. En el año fiscal de 1974 (abril 1974 – marzo 1975) cubrió el 16,6 por ciento de las necesidades energéticas de la nación.

El petróleo es, sin embargo, el recurso más importante, con una proporción del 74,4 por ciento en el consumo energético total del país. El 23,0 por ciento del petróleo consumido en Japón en 1974 se destinó a la producción de energía: el 45,1 por ciento se empleó en la industria (el 32,4 por ciento como combustible y el 12,7 por ciento para usos no energéticos, como en la industria petroquímica); el 16,7 por ciento se consumió en transportes; el 12,7 por ciento se utilizó para el consumo doméstico, incluyendo el petróleo empleado en el gas de ciudad. El porcentaje combinado de la utilización con fines energéticos e industriales (68,1 por ciento) permanece notablemente alto si lo comparamos con el de otros países industrializados (EE.UU. 309 por ciento, Francia 45,5 por ciento, ambos correspondientes a 1973)-

La topografía montañosa y la abundante precipitación pluvial dan a Japón un gran potencial de energía hidroeléctrica, que ha sido desarrollado extensivamente. La hidroelectricidad ha cobrado, relativamente, más importancia que la termoelectricidad en el suministro nacional de energía eléctrica, manteniéndose esta situación hasta principios de la década de los 60, en que las tornas se invirtieron como consecuencia del rápido incremento en la demanda energética. De los 92,5 millones de kilovatios a que ascendía la capacidad total de producción del país a finales de marzo de 1975, la energía hidroeléctrica alcanzaba los 22,5 millones de kilovatios, esto es, el 71,5 por ciento; y la energía nuclear se situó en 3,9 millones de kilovatios, lo que supone un 4,2 por ciento.

La producción de energía nuclear, que se considera como una de las más prometedoras fuentes de energía de cara al futuro, se encuentra todavía en estado embrionario. En septiembre de 1974 funcionaban en Japón siete centrales nucleares, con una capacidad de producción de más de 3 millones de kilovatios. Dieciséis nuevas centrales (con una capacidad total de 13,5 millones de kilovatios) se encuentran en construcción o en fase de estudio.

Se calcula que para 1985, la producción de energía atómica alcanzará los 60 millones de kilovatios y para 1990, esta cifra aumentará hasta 100 millones de kilovatios, con una proporción del 33 por ciento del total de energía eléctrica producida en el país.

Japón ocupa el tercer lugar del mundo en cuanto a la capacidad de producción y a la energía producida anualmente, después de los Estados Unidos y la Unión Soviética. La progresiva utilización de electrodomésticos en los hogares japoneses y la rápida expansión de las industrias del país han sido la causa de que la demanda de energía eléctrica se haya casi quintuplicado entre 1960 y 1973. La tasa media de crecimiento de esta demanda, poco más o menos del 10 al 12 por ciento anual hasta 1973, fue bastante elevada según los niveles internacionales; pero en el año fiscal de 1974 la demanda de energía acusó un ligero descenso respecto al año anterior.

El 77 por ciento del suministro total de energía durante el año fiscal de 1974 se destinó a la industria, y el 23 por ciento del consumo doméstico. La utilización de energía por cada hogar es todavía inferior a la de los países industrializados de Europa Occidental y los Estados Unidos.

A través de los años ha ido aumentando la importancia del gas como fuente de energía. En las ciudades japonesas, el consumo de gas aumenta con un ritmo anual de aproximadamente 10 por ciento. El mayor consumo corresponde a los hogares, 65 por ciento de la demanda total; seguido por los establecimientos comerciales, 18 por ciento; las industrias, 12 por ciento; y otros consumidores, 5 por ciento. Las compañías de gas han logrado reducir sensiblemente los costos de producción reemplazando el carbón por el petróleo como principal fuente de materia prima.

Al mismo tiempo, el gas natural ha despertado gran interés como nueva materia prima en vista de su bajo contenido sulfuroso. Como los recursos de gas natural en Japón son limitados, en noviembre de 1969 empezó a importarlo en grandes cantidades de Alaska, Estados Unidos, y más tarde también de Brunei, en forma de gas licuado. Ya se han construido una enorme base de almacenamiento y transportes especiales para el gas natural.

Con la aparición de la denominada crisis del petróleo a fines de 1973, unida a las crecientes demandas de energía, la industria energética japonesa debe afrontar la grave tarea de desarrollar recursos alternativos. El Gobierno se esfuerza por progresar en los sectores del carbón y del gas natural, en tanto que las compañías energéticas concentran sus esfuerzos en promover la utilización de la energía nuclear.

Fuentes de Suministro Energético en Japón (Año Fiscal de 1974)

Petróleo

74,4 %

Carbón

16,1 %

Energía Hidráulica

5,4 %

Gas natural

2,0 %

Energía nuclear

1,3 %

Otras fuentes

0,3 %

Fuentes de origen doméstico

11,5 %

Fuentes de procedencia extranjera

88,5 %

Industria

Industria Metalúrgica

La industria metalúrgica de Japón, especialmente en lo que se refiere a su producción de hierro y acero, ha experimentado una notable expansión después de la guerra. Japón es actualmente el tercer productor de acero del mundo. En 1974, la producción de acero bruto alcanzó la cifra de 114 millones de toneladas en comparación con 82 millones de toneladas producidas cinco años antes.

La industria japonesa del hierro y el acero depende esencialmente de las importaciones para sus materias primas básicas, tales como mineral de hierro, carbón de coque y chatarra. En 1974 Japón importó alrededor de 142 millones de toneladas de mineral de hierro; el 47 por ciento procedía de Australia, encontrándose entre los principales abastecedores India, Brasil, Chile y Perú. E el mismo año fueron importadas 3,6 millones de toneladas de chatarra de hierro, especialmente de Estados Unidos, y 62,5 millones de toneladas de carbón de coque, en su mayor parte de Estados Unidos y Australia.

El extraordinario crecimiento de la industria japonesa del acero en los últimos tiempos, es resultado del enorme progreso logrado por la modernización de plantas y equipos, y por la adopción de nueva tecnología, desarrollada tanto en Japón como en el extranjero. Hasta fines de 1969 se había invertido un total de 10.000 millones de dólares en equipos e instalaciones modernas. En la actualidad la industria se caracteriza por sus enormes altos hornos, el uso generalizado de convertidores LD y el alto grado de eficiencia en la operación de las fundidoras.

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